zapatos

Sin decir demasiado me escondí debajo de la mesa cuando padres y amigos tomaban cafe una noche. Yo era demasiado chica y tantos pies en diálogo ensordecedor me conmovió. No tuve más remedio. La contracara de la mesa fue la cueva de un olvido provisorio y del recuerdo fugaz para los zapatos, desacostumbrados como estaban a la respiración cercana de una niña en la penumbra.     



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Fe

El desnudo y pensativo dice
entre naturaleza y cultura está esa gran distancia... etc
Lo miro y sonrío.
No creo.


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Quizas un recuerdo

Sobre la vidriera empañada hice un agujero con mis manos. Vi nacer entonces una muñeca tan bellamente minuciosa que parecía encerrar todo lo existente. Suspire profundo, y al instante fue otra vez el vapor, la neblina, el smog, la tierra.


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Posando en el jardín


La mujer se desdibuja sosteniendo la flor.
Los ojos se pierden en su pesadilla.

Solo la flor posa para mí:
su dura indiferencia la recorta
del fondo que bulle
con el color, el viento, el deseo.


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Hombre con bastón y sombrero



Parece que reposa
pero de repente muere de un suspiro.

El tiempo le trabaja
las entrañas
y él sólo cree
que encanecerá eternamente.


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Fotografía de una mujer


Sus ojos son maraña de una cabellera.
De la fina línea cuelgan péndulos, sus hombros,

dos redondas manzanas.

Nadie dará su calor a esas mejillas,
nadie una flor que acompañe a su nombre.
No habrá pulpa o cáscara en las sienes.

La soledad
sabrá por ella quién muere.
Si ella lentamente en el tiempo
o para ella, el tiempo
en la fina obra:
el retrato de su muerte.


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Mujer triste con una taza de té

Detrás del humo
entre el cabello y los zapatos
sucede una mujer,

detrás de la mujer que posa
enfundada en un vestido
con pálidos volados
y botones
que multiplican la presencia de sus ojos.


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La mujer en la carta

Podría estar hecha toda de tela o de arcilla
tener por manos dos cruzadas ramas
o dos trenzas de alambre.

Sólo he sentido la pequeña atmósfera
que se desprende cuando exhalo
tierra húmeda o peces solos.

Cuando llegaste apenas habitaba los espejos
me dejaba perseguir, avergonzada, por mi sombra.

Hasta que fue tu boca,
y aconteció que por tus manos
se repobló de piel el cuerpo que era mío,
la humedad volvió a tocar la piedra de mis ojos
y tu voz, que era sólo tuya,
se hizo el blando mapa de mi nombre.

Enmudeció el amasijo del aire
y se volvió tibia la noche en el cuerpo
para que pudiera por primera vez
dormir.


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Nightmare




Se intuye una noche
su cruda luna me alumbra.

Los rieles de la tarde
se irán desvistiendo en el pecho
quedará sin efecto 
el bálsamo efímero
de la luz


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Poema sin flor




Supe una tarde 
que me sería dificil
perdonar el olvido
que hicieron de mi
las flores.


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