poema


Veo la dura piedra de lo bello
caer a veces a mi lado, en el vacío.
Siempre me deja en soledad,
todo resulta inconfesable.

Tiembla una idea en el cuerpo,
una imagen se posa en tibio escalofrío,
un suspiro es roce minúsculo y florece
Es menos que amar.
Pero es igual de bello.

Desterrada del amor
De alguna cosa su belleza
 necesito
imperiosamente
para vivir.



Oración

Cuando termines de irte
la oscuridad
puntillosa
celosa de existencia
rellenará la sombra regular de cada cosa
comprimiendo sobre sí
a la tiniebla
hasta ahora
dispersa y total.

Presencia

A la tarde presiento, ensordecedor,
el pulso agonizante del patio.

Algo amasa debajo de las piedras la sombra,
se oyen caer tras el canto de la cigarra
los huesos ya raspados de otras noches.

En la habitación cerrada
las aristas y los bordes de las cosas
se ablandan sin el filo de la luz.

Después de la ejercitación en el olvido
Después de reemplazar con ruidoso viento
la continua foto del presente,
por fin, lenta, la  penumbra va licuándolo todo.

Mas tarde el latido acelera
y revienta del interior la noche.

Devuelven las sombras su vacío
que se amontona y le hace cúpula a lo oscuro
de fuerza violenta las constelaciones
el patio recrudece.


Amanecía


No está hecha de piezas la llanura,
sólo un largo campo para las batallas 
entre la sorda ira del viento y
el pesado suspiro de los que ignoran el mar.


Pensé que nunca llegaría a amanecer
después de tanto prólogo a los valles,
de tan amoroso conteo de las horas
que tarda en florecer una montaña.

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